GUATEMALA: NUNCA MÁS
INTRODUCCIÓN
El presente informe está basado en el análisis de los testimonios recogidos por el Proyecto REMHI. En una primera parte se analizan las consecuencias de las experiencias de violencia, las formas de resistencia y las demandas de los sobrevivientes al Estado y la sociedad. Posteriormente se recogen las formas de violencia contra la población civil, el impacto de la militarización y los mecanismos que han hecho posibles las atrocidades. Por último se incluye un resumen de los distintos periodos históricos, así como los datos generales de las víctimas y las estadisticas sobre las violaciones de los derechos humanos recogidas en los testimonios del Proyecto REMHI.
Este trabajo de reconstrucción de la memoria histórica es el resultado de un complejo proceso de preparación, con los animadores y coordinadores del proyecto, de un movimiento colectivo de reivindicación de la memoria que fue caminando, muchas veces en silencio por calles y veredas, de la mano de la gente que llegó a dar su testimonio. El Informe trata de reconstruir esa memoria colectiva y de responder a las expectativas que la gente depositó en el Proyecto REMHI.
El valor del testimonio
Además del impacto individual y colectivo de la violencia y el terror, la represión política le quitó a la gente su derecho a la palabra. Durante muchos años no pudieron compartir su experiencia, dar a conocer lo sucedido o denunciar a los responsables. Muchas de las víctimas y sobrevivientes que dieron su testimonio hablaron en ese momento por primera vez de lo que les había sucedido.
También fue muy frecuente la movilización de los sentimientos por el recuerdo. El hecho de dar testimonio de lo sucedido llevó a muchas personas a volver a vivir, de alguna manera, su propio dolor. Hay muchas lágrimas que acompañan a los testimonios y que no hemos podido escribir en este Informe. La conducción de las entrevistas, la preparación de los animadores y el uso de los instrumentos de recogida de información se orientaron a tratar de generar un espacio que, aunque limitado, supusiera un reconocimiento y apoyo para los declarantes.
Hasta el recordar esto dan ganas de llorar, se siente mucho lo que sintió la gente. Caso 6102 (Asesinato y huida al refugio), Barillas, Huehuetenango, 1982
A pesar del clima de confianza, muchas personas tuvieron miedo de las posibles consecuencias negativas de dar su testimonio: la presión militar en las comunidades era importante y en ese momento las expectativas sobre la firma del fin del conflicto armado eran todavía inciertas. Para la mayor parte de las personas que dieron su testimonio éste tuvo un efecto positivo de descarga afectiva y de poder hacer algo con su sufrimiento, reivindicar a sus familiares asesinados o desaparecidos y hacer patentes sus demandas y necesidades.
Ahora estoy contento porque este testimonio que di va a quedar como historia. Ya no tengo duda, ya quité todo el dolor por dar mi testimonio. Caso 3967, Caserío Pal, Quiché, 1981.
Los testimonios recogidos tienen el valor de esa palabra de las víctimas. En algunas ocasiones no se pudo tomar más que un relato parcial de los hechos. En otras muchas, la experiencia de la gente estaba llena de distintos episodios y hechos de violencia que se entrecruzaban. Este Informe, por tanto, es un intento de reconstruir una multitud de complejas y distintas experiencias de las poblaciones afectadas por la guerra, a partir de las voces de la gente. Se puede leer como un libro, se puede escuchar como una historia, pero sobre todo se puede aprender de esta memoria colectiva, que reivindica la dignidad de las víctimas y las esperanzas de cambio de los sobrevivientes. Una memoria que no sólo mira a los hechos pasados, sino que sostiene las demandas de verdad, respeto, justicia y reparación que deben formar parte del proceso de reconstrucción social de Guatemala.
La violencia sociopolítica en Guatemala
Los periodos de violencia
La geografía del país, como la memoria de la gente, está cruzada de grandes desplazamientos y rupturas. La conflictividad social en Guatemala ha tenido unas bases históricas de exclusión política, discriminación étnica e injusticia social que tienen sus raíces en la propia configuración del Estado guatemalteco. Durante la década de los 60, además de los enfrentamientos entre la guerrilla y el ejército, la violencia por parte del Estado se dirigió contra la población campesina en el oriente del país. En la década de los 70, tuvo especial virulencia en la ciudad y se dirigió contra líderes de movimientos sociales y sectores de oposición a los sucesivos gobiernos militares, además de contra la infraestructura guerrillera. En los primeros años 80 la política contrainsurgente se convirtió en terrorismo de Estado, conllevando un proceso de destrucción masiva especialmente de las comunidades indígenas y grupos campesinos organizados que superó todas las previsiones del horror y frustró todas las esperanzas de cambio.
Frente a las acciones represivas cada vez más indiscriminadas, mucha gente vio en el proyecto revolucionario una salida para tratar de cambiar la situación y lograr sus demandas de justicia y libertad. Por su parte, la estrategia de algunas organizaciones guerrilleras de desarrollar sus bases y tratar de implicar a la gente de forma masiva en sus estructuras de apoyo militar condicionó de forma importante la dinámica de las comunidades. La guerrilla utilizó la violencia como una forma de eliminar a las personas que colaboraban con el ejército o, en otras ocasiones, como forma de eliminar a la oposición en zonas bajo su control.
El impacto de la militarización
De otro lado, el ejército desarrolló una estrategia de militarización del tejido social que llevó a la generalización del reclutamiento forzoso, la creación de las Patrullas de Autodefensa Civil y los Comisionados Militares para tareas de control de la población y lucha contra la guerrilla. Eso supuso la implicación forzada de la población civil en la guerra. En cada pueblo o barrio la vida cotidiana se vio sometida al control de la estructura militar, trastocando sus valores y su cultura. Las acciones de las PAC y de los Comisionados Militares implicaron a los propios vecinos o sectores de poder en las comunidades como responsables directos de numerosos asesinatos y masacres. La vida de la gente se convirtió así en el campo de batalla.
La impunidad
Nadie ha sido investigado o juzgado durante todos esos años por los Crímenes de Lesa Humanidad cometidos. La impunidad ha sido una constituido un factor que de estimulo de la violencia contra la gente. También ha sido una de las consecuencias que víctimas y sobrevivientes han tenido que enfrentar, y que se manifiesta en sus frecuentes sentimientos de injusticia y de impotencia. Las consecuencias se extienden hasta la actualidad con el cuestionamiento de la justicia, la convivencia en muchas comunidades con los victimarios y el surgimiento de nuevas formas de violencia social amparadas en la impunidad.
La lucha de la memoria
La memoria histórica tiene un papel clave para desmantelar los mecanismos que han hecho posible el terrorismo de Estado y para evidenciar su función como una parte del sistema económico y político excluyente. No se puede tratar la historia de sufrimiento de la gente como si se tratara de la página de un libro. La distorsión de los hechos y de las responsabilidades conlleva el riesgo de nuevas formas de legitimación de los instigadores de la guerra y compromete de forma grave el futuro de Guatemala. La prevención de las atrocidades implica, además de una aplicación de la justicia, la eliminación de los sistemas e ideologías que convierten la obediencia en una virtud y el horror en un medio para conquistar sus fines sociales.