La firma de los Acuerdos de Paz suscritos en diciembre de 1996 abre un camino de oportunidades en la sociedad guatemalteca para la construcción de una cultura de paz; sin embargo, los grandes resabios que provocó el Conflicto Armado Interno aún persisten.

La educación para la paz da observancia a las diferentes conflictividades personales, familiares y sociales. Por ello, el programa se enfoca en que las comunidades hagan un análisis para la comprensión del conflicto, las violencias y las dinámicas del entorno donde se desarrollan. En la búsqueda de las causas que lo originan y las acciones para la transformación de estos conflictos, la organización comunitaria es una estrategia clave para conseguir la participación y articulación entre los diferentes actores.

El programa desarrolla la organización de grupos vulnerables, prioritariamente la juventud y las mujeres, fortaleciéndoles a través de procesos formativos basados en la metodología de la Educación para la Paz, de manera que logren la adquisición de conocimiento y la sensibilización para el reconocimiento de sus derechos y desarrollen acciones para la incidencia y cambio de sus distintas realidades, especialmente aquellas relacionadas con la exclusión, desigualdad e inequidad social.

En este accionar es necesaria la coordinación con el Estado en sus distintas expresiones, pues es el responsable de la garantía de los derechos. Por ello es importante la articulación de la organización comunitaria para la exigibilidad de una buena gestión de la actividad pública, donde se garanticen los derechos de la población, se transparenten los recursos públicos y se construyan y ejecuten políticas públicas que busquen el desarrollo digno de las personas.